"Mi niña querida,

 

Hoy estás de cumpleaños. Ya son 35, una mujer hecha y derecha, muy valiente por demás.

 

Aunque sé que no eres una niña ya, siempre serás mi pequeña. Y si ves lágrimas en mis ojos, son lágrimas de felicidad con un toque de tristeza, porque sé cómo te sientes. Quisiera que todo esto no fuera cierto, que estuvieras tan sana y fuerte como siempre lo fuiste y que celebrásemos tu cumpleaños con ese alegre alboroto como siempre te gustó. No será posible, por esa lucha inmerecida que tienes contra el mal que afecta tus delicados senos. Estoy contigo, aferrado a la esperanza que nos queda. Sé que eres fuerte, que peleas con todas tus ganas, y no voy a desmayar en la espera de un fabuloso milagro, de ese Dios que siempre te ha bendecido y te ha dado tanta belleza de cuerpo y alma.

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Hija, no estés triste. Sonríeme hoy también. Yo te regalo, en tu día, todo el amor que me queda, es todo para ti. Y si has de irte, lleva ese trozo de corazón que tengo, que solo palpita tratando de darte fuerzas.

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Eres mi pequeña, mi Ángel amado, estaré siempre a tu lado, donde quiera que vayas.

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Dios te bendiga, hija mía.