Se despertó ese día con una sensación de euforia, poco habitual en él, considerando que ha pasado días muy angustiosos.

Tiene la dicha de contar con su familia, esposa, hijos y sus dos preciosos nietos. Hoy es su última quimio, y según los reportes médicos, todo indica que estará fuera de peligro. Pero no olvida a otros que como él, están librando una lucha férrea contra la enfermedad.

En sus ratos libres de tratamiento, trata de animar a todos. Va al mismo hospital y lleva juegos diversos, un reproductor de música y cuadernos con lápices de colores para dibujar. Se dedica a que todos estén distraídos en alguna actividad, porque sabe que la mejor terapia es el sentirse relajado, creativo y activo.

Aprendió desde hace tiempo que la esperanza no se debe perder. Al comienzo de su padecimiento, tuvo un pronóstico que daba pocas posibilidades de cura, y hoy, después de operaciones y tratamientos, se encuentra casi libre del cáncer. Trata de transmitir su experiencia para que todos conserven la esperanza de la cura. Algunos casos son difíciles, pero como siempre ha pensado, los milagros existen. Hará todo lo posible por transmitir su optimismo a quienes le acompañan.

Hoy será un día especial porque es su cumpleaños, y no estará solo para celebrarlo. Lo que no imaginaba era la sorpresa que le esperaba. Al llegar al hospital, en la sección de quimioterapia, encontró reunidos a todos los pacientes, médicos y enfermeros. Sobre una mesa muy adornada había un gran pastel y un cartel que decía "La esperanza es lo último que se pierde. Feliz cumpleaños querido amigo". Al entrar, todos los allí reunidos le brindaron un sonoro aplauso y cantaron "Cumpleaños Feliz".

Ha sido uno de sus días más felices. Celebrar con todos un año más de vida. Recibía de este modo, el agradecimiento por lo que ha hecho por sus semejantes.

Al apagar las velitas del pastel, pensó su deseo: que todos sus amigos de lucha puedan recibir el milagro de la sanación.