Yo, María Celeste García, tengo cáncer. Sí, soy paciente con cáncer, y no me da vergüenza ni temor decirlo. Por qué callar algo que está dentro de mí.

Claro, es duro y doloroso. Es algo por lo que no hubiera querido pasar, pero soy infinitamente pequeña en este inmenso universo como para renegar de los designios divinos. He luchado; lucho y seguiré luchando junto a quienes me acompañan en esta batalla: mis médicos, los enfermeros que tanto me consienten, y por supuesto, mi amada familia, todos los que me apoyan, me dan fuerzas y me recuerdan que no quiero rendirme.

Es una pelea fuerte, extenuante. El cáncer se resiste a veces a retroceder, pero más fuerte es mi voluntad, y se que lo voy a lograr. Lo haré por los míos, por los que creen en mí. Lo haré por toda la gente que, como yo, lucha. Y cuando esto pase, me entregaré a las buenas causas, a ayudar a quienes lo necesitan. Mis fuerzas serán para seguir apoyando investigaciones científicas, y para seguir ayudando en las campañas de prevención y diagnóstico temprano. Me sentiré realizada como ejemplo de valentía.

El cáncer no podrá con nosotros. Llegará el día en que ya no se hable de una enfermedad mortal. Ese día ha de llegar.


Nota: Un año después, María Celeste terminó sus tratamientos, y los exámenes confirmaron que está libre de cáncer. Ahora participa activamente en programas de ayuda, en los hospitales oncológicos de su país.

​Nota del autor: Los nombres y hechos narrados no son necesariamente reales. Si hay alguna coincidencia, es pura casualidad.